jueves, 28 de febrero de 2019

La supresión


La supresión es una estrategia de defensa en la cual la persona adapta su mente, a fin de que diversos pensamientos y sentimientos, considerados inopor-tunos o no deseados, no le susciten un conflicto emocional.
Freud sitúa esta defensa entre el consciente y el pre-consciente, siendo una expulsión fuera del campo de conciencia actual, donde ejercen una función primordial las exigencias morales de la persona.
Un ejemplo claro de este mecanismo de defensa sería aquel sujeto que no desea deliberar sobre sus necesidades económicas, cuando delante de él se están manejando grandes cantidades de dinero, ya que podría arriesgarse a tener una inclinación poco lícita y poner en riesgo su honor, su libertad y su trabajo, generando así una problemática mayor. 
Con esta actitud, se dispone una protección ante las contrariedades y contrastes que ofrece la realidad y, aunque a simple vista parece tener cierta semejanza con la represión, huelga decir que difieren en la forma, ya que en ésta la persona percibe una inco-modidad, disgusto y fastidio, al no sentir satisfechos sus deseos, mientras que en la supresión la persona destierra el pensamiento con el fin de que no le perturbe. Los beneficios que puede ofrecer la supre-sión son reconocidos a nivel terapéutico, pero, como es lógico, si se reitera como patrón de conducta persistente, puede llegar a resultar igual de lesivo que la represión, originando melancolía, depresión, reducción de la espontaneidad o envidias y rivali-dades ante los que sí satisfacen sus deseos.


En el grafismo del que fue primer ministro del Reino Unido Gordon Brown (2007-2010), se observan signos afines al síndrome gráfico de la supresión. 
Su escritura se ajusta a la signología en aspectos generales, como: el orden, la claridad y la sobriedad, los espacios interparalabras holgados, la orientación invertida, en parte debida a la zurdería, la yuxta-posición de las letras y la velocidad pausada. 
Sin embargo, la mayoría de las connotaciones están entre los signos particulares, donde se distinguen: parte de los óvalos comprimidos, la presencia de arcos angulosos, los finales cortos, las jambas cortas y simplificadas; las barras de la “t” cortas, la omisión de un buen número de puntos de la “i” y más de un retoque.
En cuanto a la firma, además de rasgos filiformes, cuenta con una rúbrica que subraya el nombre y parte del apellido.


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