Las manías son trastornos del
control de los impulsos que encierran la necesidad de llevar a cabo actos repetitivos o prácticas rutinarias sin voluntad propia. Pueden
aparecer por causas diversas, aunque la más frecuente es frenar o calmar la
inseguridad ante posibles frustraciones, fuertes cargas de ansiedad y/o conflictos
internos inducidos por algunas ideas o
pensamientos de tipo obsesivo.
Las personas más afectadas por alguna manía tienen una personalidad bastante rígida, por lo que, uno de sus mayores problemas es la gran dificultad de adaptación a situaciones de inseguridad. Suelen vivir solos durante mucho tiempo, ya que la convivencia exige el consentimiento y la resignación ante ciertas situaciones y nos hace ser más flexibles y adaptables.
Las manías, en general, son una manifestación o mejor dicho una réplica contra la monotonía. En este mundo donde predomina el gregarismo y el igualitarismo, las singularidades son una de las mejores estrategias psicológicas de originalidad o de perseverancia de la individualidad y que apuntan a la salida del tan temido anonimato.
“La extravagancia puede ser dulce e ingeniosa a veces, pero hay que diferenciarla de la manía: ésta es más frecuente entre las personas supersticiosas, primarias y con una cultura más baja”, afirma el psiquiatra Fabricio de Potestad, director del Servicio Mental de Salud de Navarra.
La megalomanía es conocida, asimismo, como delirios de grandeza. A nivel etimológico, proviene de la unión de los vocablos griegos megas (grande) y manía (locura). En el Manual diagnóstico y estadístico de los trastornos mentales DSM-V, está incluida como sintomatología en el trastorno narcisista de la per-sonalidad.
Debido a su gran egolatría, los megalómanos no sólo se consideran superiores a los demás, sino que los desprecian por creerse muy superiores a ellos.
Es una tendencia propia de sujetos, además de egocéntricos y narcisistas, muy autoritarios y absorbentes. Sueñan, e incluso pueden llegar a creer, que son seres especiales e imprescindibles, dotados con buenas influencias, importantes relaciones sociales y, tanto mejor, si llegan a creerse, incluso, descendientes de la aristocracia.
Cuando el autoconcepto y la ambición de valor social llegan a ser muy desproporcionados y agudos, acostumbran a acompañarse de delirios y alucinaciones.
En cuanto a la megalomanía trasladada al plano gráfico, hallaremos este trastorno a través de aspectos y detalles gráficos, como:
- Los márgenes estrechos o inexistentes, son muestra de tendencias exhibicionistas y de un exceso de locuacidad.
- Los espacios internos (entre líneas y entre palabras) insuficientes, denotan la necesidad de aprecio y un alto grado de absorción, y si la interlínea se convierte en confusa serán posibles excesos de imaginación y fantasía que, a menudo, llegan a la exageración.
- La escritura sobrealzada demuestra un elevado autoconcepto, orgullo y posibles fantasías de rango y grandeza, sin dejar de lado los rasgos de autoritarismo.
- El tamaño grande o muy grande es propio de las personas con un alto autoconcepto, y con un alto nivel de imaginación y/o fantasía.
- La escritura creciente se puede interpretar, como afirma Vels, en exageración del sentimiento de sí mismo y del afecto que las cosas producen en el ánimo personal, atendiendo más a los factores subjetivos y emocionales que a la razón de ser de las cosas.
- La escritura alta como imagen del deseo de honores, gloria y fortuna, igual que por la atracción a hacerse dueño de las situaciones.
- La dirección ascendente describe un alto grado de ambición, así como la necesidad de compensar posibles complejos de inferioridad.
- Si además de ascendencia, la línea que sigue la grafía es imbricada, puede existir oposición al ambiente y tendencia a la utopía, y deseos de escalar en las aspiraciones y/o ambiciones.
- La orientación muy inclinada de los ejes, revela además de egoísmo afectivo, una tendencia exagerada en la valoración de los hechos o las personas con bastante falta de objetividad.
- La grafía ornamentada es propia del que se preocupa por aparentar o simular. Otra posible interpretación relacionada con este término son los deseos de prioridad y distinción.
- La escritura jointoyée y los anillados en general son indicio de divagaciones mentales y de fantasías exageradas.
- La presencia de inflaciones, especialmente en la zona superior, como dice Muñoz Espinalt, indican ansias de triunfo y esclavitud de los honores y de gloria.
- Los finales largos y horizontales descubren rasgos de subjetivismo.
- Las barras de la “t” altas, firmes y/o en forma de golpe de sable, interpretan la exaltación de la persona engreída y autoritaria, que se siente por encima de los demás. Cuando se sitúan por encima del asta, revelan utopía.
- Las mayúsculas excesivamente altas manifiestan un autoconcepto elevado, orgullo, sentimiento de superioridad, que puede llegar a la ambición de autoridad y al delirio de grandeza.
- No obstante, el exceso de anchura en las mayúsculas, también expresa la necesidad de destacar y sentirse agasajado. Inflación del ‘yo’.
- En la ‘M’ mayúscula el primer montículo evalúa el autoconcepto, por lo que, si éste es de altura superior, existirá una autovaloración elevada. Si los tres arcos se elevan de forma desmesurada, la persona se sentirá superior en todos los ámbitos (endiosamiento).
- En la firma, además de centrada y marcada por el narcisismo, existe presencia de rúbricas en espiral o envolvente ampulosa.
- Asimismo, suele ser grande, incluso enorme, y muy ascendente, como muestra de la necesidad de aparentar cualidades inalcanzables y/o por la búsqueda de metas utópicas.
- La rúbrica en final ascendente lanzado sería una señal más de tendencia a la megalomanía.
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