jueves, 23 de mayo de 2024

Test del árbol: el ciprés

Ciprés común o mediterráneo (Cupressus semper-virens) es el nombre del árbol de hoja perenne y crecimiento rápido, original de regiones del Este mediterráneo. Es de porte alto (oscila entre los 25 y 30 metros, o más), esbelto y de copa vertical en forma de llama. Las ramas son finas, más o menos cilíndricas o tetragonales de color verde oscuro mate. Sus hojas se presentan en ramilletes con forma de escama entre 2 y 5 mm. de longitud, constituyendo un follaje denso, también en verde oscuro.
La estructura del ciprés cuenta con dos grandes cualidades: Por un lado, sus raíces no son expansivas, descendiendo rectas al subsuelo, lo cual hace que no hagan destrozos en todo lo que tienen a su alrededor. Por otro, son grandes cortavientos, y por ello en la era Cristiana se plantaban al lado de los muros de los camposantos, especialmente en el mediterráneo, lo que proporciona una gran sensación de sosiego a estos lugares de descanso. 
El arquetipo o representación de este árbol, es considerado desde antaño como sagrado, y esto se debe a las características intrínsecas que lo definen, como son: 
  • Su estructura alargada, alta y ascendente. 
  • Su notoria longevidad.
  • La naturaleza recia de su follaje y el verdor de la misma. 
  • Y la resina que de él emana, que provoca que su madera sea incorruptible. 
Por las cualidades enunciadas, su culto y adoración representan hechos generaliza dos en muchas culturas desde tiempos inmemorables. Así pues, hallamos datos de las mismas en sociedades, como  la china, la japonesa, la egipcia, la europea, la musulmana, etc.  Y como reseña, diremos que este árbol metafísico aparece incluso en las sagradas escrituras y en diversas construcciones antiguas, ya que el Arca de Noé, las puertas del templo de Diana y las puertas de la Basílica de San Pedro en el Vaticano están elaboradas con su madera.
En la bibliografía de diversos estudiosos del símbolo, al ciprés se le vincula con las mitologías griega y romana. Su valoración por este árbol era tan alta, que incluso los dioses del Olimpo le tenían en consideración, como sucede con Cronos, Afrodita, Perséfone, Atenea... Del mismo modo que aparece en las historias de Hermes, Mercurio, Plutón, como dios del inframundo.
Como curiosidad, existe una leyenda que ayuda a comprender uno los motivos más importantes con el que se asocia la representación del ciprés.  Se trata del mito de Cipariso, según el cual un joven adiestrándose en el arte de la guerra y la caza, mató a su ciervo domesticado por accidente, y fue tan grande su pena que suplicó al dios Apolo su permiso para poder llorarlo toda la eternidad. Por ello, existe la creencia de que se asocia al ciprés con el dolor de la pérdida de lo amado, aspecto que nos ofrece, de nuevo, su aparición en los cemen-terios cristianos.   
Es interesante el hecho de que los griegos lo consideraban no sólo una representación funeraria, sino también un símbolo de la belleza femenina, ya que su altura le proporciona gracilidad, ligereza y elegancia, señalando asímismo conexiones con estadios de la existencia más elevados. 
También es un distintivo de resistencia y perse-verancia debido a su naturaleza perenne, que hace que el árbol se mantenga en el mismo estado a pesar de los cambios de estación y, a menudo, de las inclemencias atmosféricas. 
Su ubicación en los camposantos y su ramaje sombrío y lúgubre, emite respeto, al igual que melancolía, sufrimiento y necesidad de consuelo, añadiendo un significado espiritual y religioso, que apunta a la inmortalidad. 
Al dibujar un ciprés, el autor, además de dolor y tristeza, puede revelar seriedad, fidelidad, así como opresión o sentimiento de culpa. Son personas solitarias que pueden llegar a rozar la misantropía. 
Apunta refinamiento en los gustos, exquisitez y atracción por la elegancia y sentido estético por su forma esbelta y alargada, a lo que podemos añadir el gusto por la música y la poesía.  
Por su altura emite tendencia al idealismo sublime y a una posible necesidad de huida o evasión. En lo referente a la falta de volumen en la zona superior, indica cierta carencia de imaginación y fantasía. 
Como último apunte de interpretación, diremos que, según el investigador y Doctor en filología clásica José Antonio Pérez-Rioja, puede tratarse de una representación fálica.

Maria Josep Claret
Montserrat Edo 
ⓒ Revista Trazos nº 53



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