La grafía del novelista belga Georges Simenon revela una personalidad donde destaca la lógica, tanto en sus ideas como en sus quehaceres cotidianos. No obstante, su mente no excluye la intuición.
Además de una mente dinámica, creadora de imágenes y personajes variopintos, son notables tanto su potencial de trabajo, como su facilidad de palabra, y su mente no está exenta de ramalazos fulgurantes de impaciencia para llegar a culminar sus deseos: margen izquierdo creciente, malformarción de letras finales, puntos de la “i” irregulares, con tendencia al avance y rúbrica lanzada de final evanescente.
Se advierten en su grafismo las ansias posesivas de bienes materiales, y también sexuales. Existen rasgos de egoísmo, e incluso de avaricia y acaparamiento, como el predominio del ángulo, el tamaño reducido, la concentración y la falta de espacios internos, las jambas estrechadas y de base angulosa.
La afectividad de Georges Simenon está sujeta a sus intereses, tanto intelectuales como materiales. Se descubren evidentes signos de absolutismo que, en numerosas ocasiones, muestran sus intenciones, especialmente, en lo que concierne a su afán posesivo de bienes y de personas. Se detecta, asimismo, un sentido muy peculiar de entender la ética o la moralidad.
La firma, comparable al texto, ascendente, de mayúsculas sobrealzadas y rúbrica lineal que subraya y sobrepasa nombre y apellido, es señal de autosatisfacción, tendencia al narcisismo y necesidad de reconocimiento de los propios méritos y de seguridad.
En texto y firma destacan la autoafirmación y la auto-identificación, como mecanismos de defensa.Maria Josep Claret / Montserrat Edo
La mente psicodinámica en la firma
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