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jueves, 3 de enero de 2019

Jorge Luís Borges


Una mañana de octubre de 1967, estando Borges al frente de su clase de literatura inglesa, entró un estudiante e interrumpió la conferencia para anunciar la muerte del Che Guevara y la inmediata suspensión de las clases para rendirle homenaje. El profesor contestó que el homenaje seguramente podía esperar. No sin cierta tensión, el estudiante insistió. “Tiene que ser ahora y usted se va”. Borges no se resignó y gritó: “No me voy nada. Y si usted es tan guapo, venga a sacarme del escritorio”. El joven amenazó con cortar la luz de las aulas, a lo que el profesor contestó: “He tomado la precaución de ser ciego esperando este momento”...




Escritor polifacético dedicado a la glosa, el ensayo, la poesía, la ficción y los cuentos. Como biblio-tecario, fue un gran conocedor de la Biblia, la Cábala, la literatura clásica, la filosofía y la Historia. Sus obras están basadas en complejas simbologías y ofrecen una visión singular de conceptos como el espacio, el tiempo, el destino o la realidad.
Jorge Luis Borges fue persona de gran talento, inteligente y de fina ironía. A nivel global, se divisan en su grafismo dichas cualidades, aunque también una palpable timidez y temor al destino.
En una escritura vertical, prácticamente desligada, de tamaño casi microscópico y donde el espacio impera por encima de la forma y del movimiento, predominará siempre el pensar sobre el sentir, así como una clara independencia, y como apuntaba el profesor Augusto Vels: “el sujeto no necesita la presencia de los demás para su expansión vital, sostiene más comunicación consigo mismo que con los demás”.
Siempre absorto en sus ideas y reflexiones, pose-edor de una mente lúcida, con valores como la observación, la curiosidad y la concentración, visibles a través de la escritura erguida, sobria, contenida y de puntuación bastante precisa. Si a estos mismos aspectos añadimos la yuxtaposición de las letras, surgirán en la interpretación aspectos como la intuición, la capacidad de síntesis y la tendencia a la visión de conjunto.
Tampoco pasan desapercibidos en su escritura minúscula, vertical y desligada, las letras sobreal-zadas (“j” y “p”) y las barras avanzadas, aspectos trasladables a la crítica y la ironía. En una ocasión, al recibir en pago una suma excesiva a su juicio, dijo con aire de recriminación: “En los tiempos de bárbaras naciones, de las cruces colgaban los ladrones y en los modernos tiempos de las luces, de los ladrones cuélganse las cruces”.
Abordando el factor acción, la grafía sobria, inhibida, de tamaño muy pequeño, formas cuidadas de las letras y puntuación bastante precisa se puede interpretar como sentido del orden, paciencia y un exagerado escrúpulo. Gran dominio de la precisión sobre la velocidad.
Borges intentó suplir su falta de energía, de empuje y optimismo (escritura redondeada, presión débil, líneas descendentes, jambas estrechadas y finales cortos) con apremios de perseverancia y sentido del deber, que se observan en la escritura cuidada, regular y las barras de la “t” a la derecha. Reconoció el propio escritor: “En el transcurso de una vida consagrada a la literatura, he leído muy pocas novelas; y en la mayoría de los casos sólo he llegado a la última página por sentido del deber”.
En el aspecto emocional, se descubre una vida afectiva regular y recogida, propia de personas sobrias, cabales y con un gran autocontrol, que observamos en la escritura mucho más formal que movida, pero sobre todo excesivamente espaciada.
En cuanto al comportamiento social, el tamaño más que pequeño, la orientación vertical, las reducidas mayúsculas, las inhibiciones y los excesivos espa-cios interpalabras e interlíneas revelan introversión y tendencia al retraimiento, siendo sus propias palabras: “Como escritor creí durante años que el cuento estaba más allá de mis posibilidades, y sólo después de una larga serie de tímidos experimentos narrativos me senté a escribir verdaderos cuentos”. No serían de extrañar algunos periodos de aislamiento o soledad durante su vida.
El principal motivo que nos llevó a ajustar la tipología Mímulo a la grafía de Borges fue la suma de la escritura isolée, el nimio tamaño de las letras, las líneas inestables, la yuxtaposición y la barrera que aparece en el lado derecho de la firma, que implican inseguridad, ansiedad, temor al futuro, e incluso, un cierto nivel de superstición, como él mismo admitió: “Unos días antes, de noche, mi madre y yo habíamos caminado hasta la Biblioteca para mirar el edificio, pero por superstición no quise entrar. No hasta que consiga el trabajo,-dije-”. Cabe señalar que sus miedos al porvenir pudieron ser causados por la ceguera progresiva que fue irremediable a partir de los 55 años.


No obstante, ello no le impidió seguir con su vida de escritor ni dejar de impartir conferencias y clases, ni mucho menos acabar ocupando un señalado puesto en la literatura de lengua española, hasta ser considerado un Gran Maestro de la literatura del siglo XX.





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