La idealización se define como el mecanismo de defensa mediante
el cual se llevan a la perfección las cualidades y el valor del objeto, que
resultará engrandecido y exaltado, sin permitir una estimación justa ni de uno
mismo ni de los demás.
En su obra Psicología de las Masas y análisis del yo, Freud afirma sobre el Ideal del yo que es en el líder, el líder de cualquier masa, donde las personas depositan como ideal lo que quieren.
En otras palabras, el
individuo idealizará a un objeto de amor, atribuyéndole cualidades positivas,
procu-rando exagerar sus excelencias y sus ideales, y elevándolo a lo más alto,
a lo mejor, a un lugar sagrado para él. Sólo
cabe añadir que, por ser un mecanismo de defensa, la persona colocará
todas sus cualidades positivas al ídolo
escogido y que, al verlos proyectados en él, le harán sentirse
seguro.
La
idealización suele intervenir en procesos como el enamoramiento, donde las personas tienden a ver su “objeto de amor”, es
decir, la persona amada, como perfecta, independientemente de cómo sea en
realidad, lo cual le libera de los defectos que le pudieran perjudicar.
Son
diversos los ámbitos en los que una persona puede idealizar, desde la pareja en
el citado enamoramiento, en amistades, en familiares, en líderes a nivel de
trabajo, política o religión y, como no, en grupos musicales o artísticos.
El siguiente grafismo pertenece
al célebre drama-turgo ruso León Tolstói, escritor de grandes obras, como:
Guerra y paz, Ana Karenina, Confesión, y Resurrección; estos últimos títulos
indicadores de sus creencias religiosas y de sus tendencias espirituales
extremas, que le llevaron a dedicarse de pleno a la exploración de la Biblia y
de las obras de Rousseau.
A pesar de la longitud de los
ejes periféricos inferiores, la escritura de
Tolstói presenta signos de idealización, como el predominio del
eje vertical, la escritura alta y semiangulosa, la presión ligera, y detalles como la “d” lírica sin vínculo a la zona media, las hampas de ojal
estrecho y las jambas, en parte
simplificadas, en parte inacabadas. Las ma-yúsculas son grandes y
ornamentadas, las barras de la “t” altas y los puntos altos y penetrantes.
Así pues, un idealista que no
carece de orgullo, como nos indican, además de la escritura y los signos
accesorios altos, la firma mayor que el texto, especialmente, la primera
inicial.
Mecanismos de defensa en el grafismo
Maria Josep Claret / Montserrat Edo