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domingo, 18 de noviembre de 2018

León Tolstói y la idealización

La idealización se define como el mecanismo de defensa mediante el cual se llevan a la perfección las cualidades y el valor del objeto, que resultará engrandecido y exaltado, sin permitir una estimación justa ni de uno mismo ni de los demás.

En su obra Psicología de las Masas y análisis del yo, Freud afirma sobre el Ideal del yo que es en el líder, el líder de cualquier masa, donde las personas depositan como ideal lo que quieren.

En otras palabras, el individuo idealizará a un objeto de amor, atribuyéndole cualidades positivas, procu-rando exagerar sus excelencias y sus ideales, y elevándolo a lo más alto, a lo mejor, a un lugar sagrado para él. Sólo cabe añadir que, por ser un mecanismo de defensa, la persona colocará todas sus cualidades positivas al ídolo escogido y que, al verlos proyectados en él, le harán sentirse seguro. 

La idealización suele intervenir en procesos como el enamoramiento, donde las personas tienden a ver su “objeto de amor”, es decir, la persona amada, como perfecta, independientemente de cómo sea en realidad, lo cual le libera de los defectos que le pudieran perjudicar.

Son diversos los ámbitos en los que una persona puede idealizar, desde la pareja en el citado enamoramiento, en amistades, en familiares, en líderes a nivel de trabajo, política o religión y, como no, en grupos musicales o artísticos.


El siguiente grafismo pertenece al célebre drama-turgo ruso León Tolstói, escritor de grandes obras, como: Guerra y paz, Ana Karenina, Confesión, y Resurrección; estos últimos títulos indicadores de sus creencias religiosas y de sus tendencias espirituales extremas, que le llevaron a dedicarse de pleno a la exploración de la Biblia y de las obras de Rousseau.

A pesar de la longitud de los ejes periféricos inferiores, la escritura de Tolstói presenta signos de idealización, como el predominio del eje vertical, la escritura alta y semiangulosa, la presión ligera, y detalles como la “d” lírica sin vínculo a la zona media, las hampas de ojal estrecho y las jambas, en parte simplificadas, en parte inacabadas. Las ma-yúsculas son grandes y ornamentadas, las barras de la “t” altas y los puntos altos y penetrantes.

Así pues, un idealista que no carece de orgullo, como nos indican, además de la escritura y los signos accesorios altos, la firma mayor que el texto, especialmente, la primera inicial.

Mecanismos de defensa en el grafismo
Maria Josep Claret / Montserrat Edo





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