En su aspecto conceptual básico, el sistema grupal debe poseer una pauta, unas metas comunes y una coordinación, así como un exterior que lo reconozca como tal.
Toda estructura coordinada adquiere un desglose jerárquico interno, que aquí se determina en líderes, sublíderes y simples miembros.
La figura del líder es la que ofrece el sentido a este estudio, por lo que intentaremos plasmar el concepto que, bajo nuestro entender, lo define. El líder es la persona de mayor prestigio del grupo. Éste tiene la capacidad de influir en sus miembros más de lo que estos puedan influir sobre él. Para ello, utiliza medios, como el control y la dirección, consiguiendo así el plan propuesto y el poder necesario.
Sus principales funciones están encaminadas a iniciar ha dicho grupo y mantenerlo, regular su legislación y el ritmo de trabajo, elaborar una amplia información entre las opiniones del propio grupo, así como las de otros que le son ajenos, apoyar a sus miembros para facilitar la unión y evaluar el producto de sus decisiones, objetivos y procedimientos.
En muchas ocasiones, dentro del mismo grupo, se encuentra una dualidad de liderazgo, el líder que dirige la discusión y posee mayor discernimiento, y el líder social, que suele ser una persona apreciada por la gran mayoría de los miembros y su función consiste en resolver las tensiones y mantener la estabilidad.
Si atendemos a su organización, encontramos dos tipos de liderazgo, el formal, qué es aquel que se designa por una autoridad superior (institucional), o bien el informal o también denominado de hecho.
El líder puede ejecutar su mandato a partir de un organigrama de valores, que les sean propios o impuestos por el medio para conseguir un fin, por lo que, según como ejerza, se clasificará en la siguiente tipología:
El líder autoritario, que es aquel que toma las decisiones prescindiendo de la opinión de los demás miembros componentes. La eficacia de un grupo con un jefe que imparte este tipo de disciplina da como resultado una producción mayor y más rápida, aunque el grado de iniciativa y satisfacción sea bajo y el contorno esté basado en la tensión, la angustia y la agresividad.
El líder democrático, como su concepto ya indica, hace que la opinión de todos los miembros sea vinculante. Ante este tipo directivo, la producción es más lenta pero mejor, más original y satisfactoria.
Y por último, procedemos con el líder liberal o también denominado ‘laissez faire’. En este caso, todos los miembros actúan con libertad y autonomía, el jefe solo actúa cuando es solicitado por los miembros. Como resultado, el rendimiento y la moral son irregulares y bajos, no se procede con originalidad controlada y resulta fácil observar el desmembramiento del grupo-núcleo en subgrupos.
Pasando al ámbito grafológico… ¿cómo determinar quien posee la ‘madera’ de un líder?
Es obvio que la grafología es una técnica científica abierta a indagar en lo más íntimo del ser humano y, cómo no, a perfilar aquellas características que resultan evidentes en un plano a la vez tan universal y concreto como es el del líder.
Este planteamiento ha generado un estudio en disciplinas tan parejas y complementarias como son la psicología y la grafología. Tras efectuar el análisis, se deduce de manera general, que un líder exterioriza en sus grafismos las peculiaridades que a continuación se expondrán. Ello no quiere decir que no existan personas que con otros rasgos también cumplan con esta función tan compleja como es la del liderazgo. Esto nos motivó ampliar la indagación y desglosar en subconjuntos los diferentes tipos de líder más comunes, es decir, del concepto global al diversificado por las peculiaridades.
Para que el contexto grafológico se entienda con mayor sencillez, hemos escogido diversos textos y firmas de personajes de nuestra historia, que nos permiten observar todos los pormenores del líder.
Las especificaciones concretas halladas son: escritura ligada, inclinación dextrógira (Inclinación espontánea de los movimientos hacia la derecha), en la que predomina el movimiento sobre la forma (escritura movida), progresiva y con trazos que indican lanzamiento, donde la zona inferior suele ser de longitud mayor a las demás.
Como se ha indicado anteriormente, según ejerza dicho líder, además de las características gráficas generales nombradas, pueden presentarse diversos parámetros que puntualizan una formación gráfica más personal que los que enmarca dentro de la tipología de Lippitt y White, como son:
El autoritario, con una escritura rápida, cuya base y cresta están estructuradas en una serie de ángulos agudos. Sus líneas presentan una seria rigidez y acostumbran a mantener una dirección, incluso imbricados, más bien ascendentes. La presión es de tipo firme-dura, profunda, nutrida, con finales en acerados y/o mazas. Si observamos el predominio de los ejes, resalta la verticalidad. Como gestos tipo, destacan las ‘p’ sobrealzadas, la formación de triángulos, sobre todo en la barra de la ‘t’ y los puntos en vírgula.
El democrático, cuya escritura presenta una estructura bastante armónica, pues el grafismo es grande, fluido, espontáneo, natural y ágil. Su presión adquiere profundidad y es nutrida. Sus enlaces mantienen cierta tendencia a efectuarse por la zona superior, resultando su escritura de tipo combinada. Y como gesto tipo más destacado, añadiríamos la apertura de sus óvalos.
El líder liberal y su creación gráfica incitan a pensar en una insistencia a salirse de la norma. Su estructura es arrítmica, desproporcionada, se precipita con facilidad y todo ello lo enmarca en una espontaneidad en busca de lo original. Puede presentar extravagancias que, en ocasiones, se acercan a la línea de la vulgaridad. El espacio es liberal, por lo que el margen derecho tiende a desaparecer. Y, por último, resaltamos que sus barras de la ‘t’ y puntos de la ‘i’ son imprecisos y alguno de ellos en forma de vírgula, y en esa apertura hacia la libertad, los óvalos se abren a los demás y al futuro.
Montserrat Edo
