“Yo
también fui una tierna hoja verde, asistí a los colegios más caros de la ciudad
y mi padre me llevó a aprender modales, piano y la exquisita caligrafía en la
escuela de la Srta. Buys. Tuve el placer de ser el centro de atención de los
demás.
“Más
tarde, mi verdor se hizo intenso y salí a la búsqueda de un militar uniformado
que me convirtiera en su compañera de viaje, pero la experiencia se frustró;
los militares como mi marido no son buenos compañeros de viaje y las Indias
Orientales Holandesas estaban muy lejos del glamour que yo anhelaba.
“Tras mi
experiencia, y con la piel más firme y dura, volví a Europa y mi benefactor, el
Barón de Marguerí, me introdujo en la alta sociedad. Aprendí a moverme y
vestirme de forma provocativa, cambié mi acento, quise trabajar como modelo y
me convertí en una bailarina exótica aclamada en las grandes ciudades de
Europa. Desperté pasiones, jugué con los hombres y sembré un gran misterio
alrededor de mi vida a través de una serie de rumores y fantasías que me
encaminaron a ser la amante exaltada de banqueros, políticos y militares de
rango que, al gozar de mi compañía, me convirtieron en una confidente política
y, según dicen, una proverbial espía y traidora de Francia. Ahora, a los 41
años, me siento como una de esas hojas rojas que espera su caída por impulso
del viento”.
A primera
vista, la grafía de Mata-Hari no sólo expresa actividad, impaciencia y un ardor
impulsivo, sino también ambición, egocentrismo, voluntad firme y afán de lucha.
Sin duda alguna, una escritura
estilo “Sagrado Corazón”, donde predominan los ángulos agudos, las líneas
rectas y rígidas, los finales largos y una presión firme-dura no puede ser
traducida de otra forma que por un carácter fuerte y temperamento irascible
que, a su vez, acompaña dificultades de adaptación al medio, confirmadas fácilmente
por sus idas y venidas no sólo de una ciudad a otra, sino también en su esfera
más íntima.
El orgullo y la autovaloración
quedan plasmados, primordial-mente, en la angulosidad, la rigidez y la altura de
su grafía, los trazos sobrealzados y el inicio de las mayúsculas de altura
superior, y comprobados en acciones como el negarse a que sus doce verdugos
fusileros la vieran morir con los ojos vendados y el vestirse con elegancia
para la ocasión.
Entrando más profundamente en el
análisis de la grafía, se localizan con facilidad no sólo una gran capacidad de
decisión, sino una notable audacia, una habilidad para ir más allá y para
autoconvencerse de sus nuevas versiones de la realidad, gracias al predominio
del ángulo, la inclinación dextrógira, la presión vigorosa, la altura del eje
de la “p” y las barras de la “t” muy altas y/o a la derecha del asta.
En la escritura y firma de esta
mujer, rodeada siempre de miste-rio, se observan angulosidades y encumbramientos
extremos, una forma llamativa de distanciar las letras más los óvalos
estrechados, de base y cresta angulosa, que confiesan, ante todo, que Mata-Hari
no perdonaba ni olvidaba; era persona intransigente y obstinada, y quién sabe
si no llegó a tomarse el espionaje como una venganza por sus relaciones íntimas
con tantos prebostes político-militares.
La escritura elegante y sin
florituras ni vulgaridades, unida a una firma de gran personalidad, cubierta
sólo en parte como distinción o por temor a ser confundida, demuestra que a
Mata-Hari le era fácil especular a través de la sensualidad y el flirteo con el
prójimo, siendo sus armas de mujer las más poderosas aliadas para lograr la
dominancia y la imposición de su criterio que, a su vez, se perciben, entre
otros ítems gráficos, en la altura y la rigidez de la escritura, la presión
firme-dura, los encumbramientos y los finales largos.
Por otra parte, los
sobrealzamientos, el coligamento en arcos y unas destacadas jambas de presión
acentuada, revelan la preponderancia en el aspecto sensorial en cuanto a deseos
e inclinaciones, donde se busca la complacencia y la diversión terrenal. Aquí
se encuentra la representación de su seducción, coquetería y descaro, y la
justificación de su fama de mujer inmoral. Como afirma su biógrafa Pat Shipman:
“Los rasgos de su personalidad que le
trajeron la fama y la gloria fueron los mismos que la condenaron a muerte. No
fue condenada por haber sido espía, sino por su falta de vergüenza, por admitir
abiertamente que había amado a muchos hombres y en particular oficiales”
Y, por último, se advierte un claro
apego a las circunstancias del pasado a través de los ganchos iniciales y de
los inicios largos, tanto en minúsculas como en las mayúsculas de la firma, por
lo que cabe preguntarse: ¿quién nos puede asegurar que Mata-Hari no volvió de
las Indias holandesas a Europa por la añoranza de un pasado sin necesidades y
donde había sido el centro de atención?
Maria Josep Claret / Montserrat Edo