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lunes, 29 de mayo de 2017

Síndromes y complejos en la escritura / Prólogo: Germán Belda

Cuando alguien pretende adentrarse en profundidad en el estudio de la personalidad, desde un punto de vista dinámico, a menudo tiene que proceder, como si se tratará de una cebolla, encontrando por el camino toda una serie de dinámicas, antes de llegar a vislumbrar su núcleo central, como son: aptitudes, capacidades, facultades, disposiciones, motivaciones creencias, etc.
Hay una región, sin embargo, en la que se encuentran, unos síndromes, que algunos llaman sentimientos (Alfred Adler) o complejos (Carl Gustav Jung), de muy diversa índole, entreverados con lo comentado anteriormente. Este conjunto de dispositivos operativos actúan señalando unas pautas más profundas, con una intencionalidad distinta a la original; son en sí profundas llamadas de alerta, que denuncian la presencia de conflictos no resueltos, antiguos anclajes, bloques latentes que nos retienen a un pasado, en la actualidad ya superado, pero esto nos mantiene atrapados impidiéndonos avanzar o proseguir a cada uno en el retorno a nuestra Ítaca, personal.
          Este es un territorio pleno de personajes entre extraños y curiosos: sirenitas, trasgos, fantasmas, cuentos, mitos e incluso monstruos, y metáforas, donde los símbolos del inconsciente colectivo van planteando diferentes escenarios y repartiendo los diferentes papeles, así como los disfraces, como si de un juego de Rol vivo se tratara, algo que en algún nivel de la práctica psicológica, se plantea más o menos así.
En nuestra infancia inicial (3/5 años aproximadamente), cuando la pureza del núcleo primigenio carecía aún de defensas, de capas protectoras, corazas o blindajes, estos componentes fueron sistemas útiles para eludir o tratar de resolver esos conflictos, para los cuales entonces se carecía de las armas o herramientas necesarias, que luego se irían adquiriendo en el transcurso del tiempo. Cuando se alcanzó un mayor contacto con el mundo, una parte nuestra creció y evolucionó, pero quedaron atrapados esos inicios no resueltos o malogrados, dejando señales, a modo de cicatrices, como evidencias patentes de nuestros primeros encuentros y desencuentros con la vida.
En esta obra, Mª Josep, Montserrat y F. Xavier no se han limitado sólo a esclarecer, cada uno de estos complejos, únicamente desde el punto de vista conceptual o con toda la carga de lo mágico, también han explorado, sintiéndolo desde la perspectiva proyectiva, todos y cada uno de los ingredientes morfológicos que intervienen en el grafismo. Ellas (Mª Josep y Montse) como nadie anteriormente y después de dos obras lucidas y muy maduras, sobre “Los Mecanismos de Defensa en el Grafismo” Arga-BCN 2016, y “Las Flores de Bach y la Escritura” Arga-BCN 2016, están en disposición de situarnos ante las auténticas puertas de ese núcleo que comentamos, como el más próximo a la esencia.
Como es costumbre de las autoras, acompañadas en esta ocasión por nuestro amigo y excelente colega F. Xavier, no solamente nos entregan una obra teórica, en la cual los conceptos están depurados y extraordinariamente documen-tados, sino que además, nos sitúan perfectamente en el correspondiente marco simbólico, donde: Cenicienta, Diógenes o Peter Pan, acompañan a los más conocidos y clásicos Electra, Edipo, etc. y donde todos y cada uno, ante nuestros ojos, cobran vida.
No perder el rastro de lo simbólico y mágico es el camino más directo y regio para acceder a las puertas del Sancta-sanctórum, antesala del núcleo esencial, el corazón del propio individuo, un territorio nuevo, pocas veces transitado, al que Jung denominaría la tierra del Inconsciente Espiritual. Ahí está aquel lugar donde uno pierde su nombre, deja de ser individuo, para pisar las entrañas del silencio, el “Sat-Chid Ananda” en el decir de los sabios vedantinos hindúes. Al otro lado de esos pasos está la consciencia pura; está, sí así puede decirse, el todo y la nada.
En ese último anclaje antes de la fusión con el todo o “Nirvana” (de los budistas), es el destino y punto final de toda búsqueda humana, aquello sobre lo que Ludwing Wittgenstein, en su “Tractatus Lógico Philosophicus”, dice en su último postulado: “de lo que no se puede hablar, hay que callar la boca”.
En esta obra nos quedamos en la antesala de ese clamoroso preludio del silencio, de ese “callarse la boca” y, a la vez, observamos que ese pórtico está plagado de contenidos, lleno de curiosos habitantes, de sutiles vibraciones que nos permiten adentrarnos en la sinfonía de los símbolos, que nos pone en evidencia aquello que queda en última instancia, antes de sumergirnos en el SILENCIO.
          La obra que tienes lector/a entre tus manos, no es un mero y simple mapa de carreteras de este mundo interior, es más bien una minuciosa y muy detallada guía de viajes, que nos muestra los recovecos más intrincados, las más fértiles llanuras o las estepas más secas y vacías, pero también ciudades bulliciosas, verdes campos, acompañados de vivas sensaciones, de sentimientos, de juicios errados, o de aciertos, de felicidades y de desengaños.
           En cada uno de sus agradables capítulos, los acertados dibujos alusivos de la ilustradora Alba Salto nos muestran, de forma gráfica, la simbología de cada componente estudiado con una magnífica puesta en escena, en ocasiones del drama o a veces de la comedia que se va a desarrollar a continuación, para luego pasar a vislumbrar las claves psicológicas y, por supuesto, los resortes esenciales de la estructura gráfica, de los que se componen cada uno de los dispositivos representados, ofreciéndonos en total 27 síndromes o complejos, que solemos utilizar los humanos, como barreras previas antes de meternos en más serios problemas.
           Este excelente trabajo, ofrece al profesional o al buen aficionado a la Grafología, un repertorio de tipos y un universo de pistas, que considero esenciales para desarrollar y colmar la meta principal de nuestra vocación, acceder a la más alta cima de comprensión, de todos y cada uno de los resortes profundos del ser humano.
          Muchas gracias a nuestros queridos colegas, pero por encima de todo ello, amigos: Mª Josep, Montse y F. Xavier por brindarnos a los grafólogos y a los psicólogos en general, el permiso y los medios para acceder a las herramientas y los patrones imprescindibles para seguir el rastro en la tierra de esos territorios ignotos, ignorados de nosotros mismos. Enhorabuena, por tan excelente y clarificadora obra.

Barcelona 19-V-2017

Germán Belda, vicepresidente de la SOESPGRAF- 

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